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martes, 20 de octubre de 2015

LA HERENCIA MATRILINEAL -2




 






ANA MARIA SEGHESSO


 

 

LA BELLA HELENA

 




Dante Gabriel Rossetti



La historia de Helena se desarrolla en la Grecia micénica, alrededor de los siglos XIII-XII a.C., correspondiente al fin de la Edad de bronce, es decir hace unos 3200 años.


La fuga de la reina de Esparta a Troya junto al príncipe Paris es narrada por Homero en el siglo VIII a.C., en la Ilíada, poema épico que narra la guerra de los griegos contra Troya; habían pasado más de cuatrocientos años de los acontecimientos.



Los sucesos contados fueron considerados históricos por los contemporáneos del poeta, como la demostración del enfrentamiento de dos civilizaciones, de oriente y occidente.



El personaje de Helena a través de los siglos ha sufrido transformaciones significativas. 


Considerada alternativamente como trofeo, botín, conquista, obligada por las circunstancias. Pero cuando Helena se presenta como socia o amante,   su reputación se derrumba y los historiadores, escritores, teólogos no dudan en llamarla prostituta.



La Helena homérica fue creada muchos siglos antes que los conceptos de bien y mal, inventados por teólogos cristianos. Estos principios son considerados en la religión monoteísta, dos fuerzas contrapuestas, que se combaten entre sí para ganar secuaces.


Para los griegos y las culturas politeístas las cosas no estaban así definidas. 

Los dioses paganos cumplían acciones alternas, que podían ser consideradas a veces buenas y otras malas. 



Helena es el resultado de un modelo politeísta y los episodios de su vida dibujan una mujer que sigue una trayectoria ambigua para los arquetipos del Occidente cristiano.



La comprensión de la compleja Moral pagana fue paulatinamente desapareciendo con la difusión del cristianismo, que la etiquetó como diabólica,  convirtiéndola en abominación y desprecio.



No obstante, como era de esperar, hombres y mujeres continuaron a gozar de los dones de la Natura incurriendo en la ira de la jerarquía clerical. 




En el Medioevo se castigaba a las mujeres consideradas émulas de  Helena, obligándolas a colocarse un bonete penitencial blanco, como escarnio, en un ángulo de la iglesia.


  





EL MITO DE HELENA
  



Tíndaro, rey de Esparta y padre de Helena, hace a su hija heredera de su reino.

El futuro rey y consorte será elegido por la princesa entre los pretendientes que se presentarán a la competición.


Un trofeo tan importante lo podía apetecer solo quien estaba en grado de asegurar reciprocidad en término de bienes materiales. Una heredera rica y bella se unía a otra familia que debía estar a la altura en rango y fortuna para merecer semejante honor.


Puesto que Helena era digna solamente de los mejores de su rango, su padre organizó un torneo en donde los pretendientes al matrimonio debían competir en pruebas físicas además de las ofertas de riqueza.


El poeta Hesíodo refiere que en el deseo de adjudicarse la mano de Helena, los héroes llevaron 

“inmensos rebaños de ovejas y hatos de ganado mayor, además de vajillas elegantísimas de oro y plata brillantes.



Las competiciones eran frecuentes en la antigüedad y se realizaban en celebraciones anuales en honor de los dioses, en los funerales y en los santuarios.


Los combates eran feroces y llevados a cabo por la élite aristocrática para seleccionar los hombres de los muchachos, o mejor dicho para establecer quién era realmente el mejor y merecía por lo tanto el poder.


Fuentes iconográficas de la Edad del bronce exponen hombres que luchan en combates amistosos, para perfeccionar el combate cuerpo a cuerpo, trasmitiendo el coraje y la brutalidad de los luchadores, que se enfrentaban en el pugilato y en la lucha con los bastones.


Se obtenía una corona conquistando una esposa. 


Menelao, príncipe de Micenas fue el elegido por Helena futuro rey de Esparta, como nos cuenta el Mito.


Según las fuentes literarias que han llegado hasta nosotros, en la Esparta de la edad de Bronce el derecho a reinar no pasaba de padres a hijos varones, sino de madres a hijas y el derecho al trono correspondía a las mujeres, quienes luego elegían al consorte y rey.

 

Es probable que el motivo se deba a la falta de población por las constantes guerras, que a diferencia de las guerras contemporáneas, terminaban en la destrucción total del enemigo. 


Se eliminaban todos los componentes de sexo masculino, incluidos los niños, mientras que las mujeres se transformaban en compañeras sexuales o esclavas.



Una motivación específicamente  fisiológica, apta a la continuidad del grupo social.




La tradición narra que junto a Clitemnestra y Helena, Tíndaro tuvo dos hijos varones, Cástor y Pólux. Sin embargo no se menciona nunca que uno de los dos herede el título paterno a su muerte.



Es Helena la heredera al trono, quien asegura el estado real y la soberanía en el territorio espartano.


Orestes, por su parte, será rey de Esparta cuando se case con Hermione, hija de Helena. Y seguidamente,  a heredar el trono, será un hijo de Hermione.


La hermana de Helena, Clitemnestra, reina de Micenas, casada con Agamenón, comandante en jefe de todos los caudillos aqueos que hicieron la guerra de Troya, queda en poder del reinado y hace rey a su amante Egisto, mientras que su marido está guerreando en Ilio.


La esposa de Odiseo o Ulises queda a cargo del trono de Itaca los 20 años que su marido está combatiendo en Troya y luego errando por el Mediterráneo, como nos cuenta Homero en la Odisea. 



Penélope tenía la prerrogativa de elegir entre los pretendientes quién sería el próximo rey.



Pélope (que da su nombre al Peloponeso) deviene rey de Pisa, en Elide, por Hipodamía, la hija del rey Enómao. 



El famoso Edipo, que mata a su padre,  logra ser rey cuando se casa con la reina de Tebas, Yocasta, su madre. 

El objetivo de Edipo era conquistar un trono. 
El propósito de atracción sexual incestuoso, imaginado por intelectuales contemporáneos, no estaba en sus intenciones.






 
 Sacrificio de Ifigenia


Abel de Pujol (1785-1861)







La costumbre de trasmitir el título de rey a través de las mujeres, por medio de la herencia matrilineal, permitía las uniones entre diferentes familias aristocráticas, creando una trama de poder. 


Evitaba, además, las continuas tragedias entre hijos varones por la herencia.


El rey Tíndaro, consciente de la belicosidad de los pretendientes, cuando llegaron a tierras de Esparta, antes de comenzar a luchar, correr con los carros y ofrecer dones a la princesa, les hizo jurar un pacto de alianza.


Puesto que el vencedor debía ser solamente uno y los pretendientes eran numerosos, debían jurar eterna lealtad a cualquiera de ellos que conquistara la princesa. Todos debían ser fieles al triunfador y ayudarlo en cualquier caso que fuera pedida ayuda.


Las bodas se realizaron con gran pompa y Helena vivió varios años con Menelao, reinando en Esparta.

Hasta que llego Paris, y Helena huyó con el príncipe troyano y con el tesoro de Esparta, que le pertenecía.







 Aquiles y Héctor







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Johann Ludwig Heinrich Julius Schliemann, conocido como Heinrich Schliemann, (1822-1890), fue un millonario prusiano, que se consagró a la Arqueología. 


Continuó el trabajo de excavo del emplazamiento de Troya o Ilión, por sugerencia del diplomático Frank Calvert, quien había trabajado unos años antes. 


Hisarlik es en la actualidad el nombre turco de la colina donde se asentaba la antigua ciudad de Troya.



Heinrich Schliemann excavó en otros sitios, como Micenas, Tirinto y Orcómeno, estableciendo, 




“que la Ilíada describía realmente acontecimientos históricos”






 

jueves, 1 de octubre de 2015

LEDA Y EL CISNE





ANA MARIA SEGHESSO








LEDA 

Autor desconocido.

Museo arqueológico de Nápoles



 

  Según una antigua leyenda griega, la famosa Helena de Troya, o Helena de Esparta, fue concebida por un estupro contra su madre, Leda, esposa del rey espartano Tíndaro.

El autor del estupro fue Zeus, rey de los dioses del Olimpo y Helena fue su única hija mortal, quien tuvo una vida dramática, determinada por la guerra y la muerte, maldecida y exaltada a través de los siglos.
    
Su historia fue narrada por Homero en la “Ilíada”, el poema más antiguo de la literatura europea, que canta la guerra de Troya o Ilión.
















LEDA


Leonardo da Vinci




      
Cuenta el Mito que Leda era célebre por su belleza y un día, mientras se bañaba en las aguas del río Eurotas, Zeus la vio y quedó deslumbrado por su hermosura. Decidido a poseerla se trasfiguró en un cisne gigantesco y abusó de ella.
   
De esta unión erótica y brutal Leda dio a luz cuatro hijos, Helena, Pólux, Clitemnestra y Cástor.


La historia se complica con varias versiones de los resultados del estupro. Algunos afirman que esa misma noche Leda se unió a su marido y que al cabo de un tiempo generó 2 huevos, uno de donde nacieron Helena y Pólux, hijos de Zeus y otro Clitemnestra y Cástor, hijos de Tíndaro, su marido.
Los hijos de Zeus fueron inmortales, no así los otros.


Sin embargo, existe otra versión que narra la seducción de Zeus a Némesis, una diosa, hija de la Oscuridad y la Noche, quien huyendo del abrazo del dios, cambia muchísimas veces de aspecto. 






Némesis

Mármol del siglo II a. C.


    
La diosa Némesis toma forma de monstruo marino y de diversos animales terrestres  y termina por transformarse en oca.


Zeus, con sorprendente perseverancia, se transforma en cisne y la posee.

Némesis crea un huevo azul, que los pastores recogen y lo dan a Leda. De este huevo nacen Helena, Clitemnestra y los dioscuros, Cástor y Pólux.


El mensaje de las dos versiones se parece, pero no es igual, porque en un caso la violencia es contra una mujer mortal y en el otro contra una diosa del Olimpo, de mayor peso jerárquico. 

Las consecuencias son notablemente diferentes.


Némesis es una diosa justiciera, que castiga el crimen de “desmesura” o “exceso”. Personifica la “Venganza divina”, castigando el crimen.

Su función divina es de contenido moral o filosófico, condenando el exceso de felicidad en los mortales o el orgullo inmoderado


Estos valores eran percibidos como fundamentales por el espíritu helénico de la época.




Todo lo que se eleva por arriba de su condición, en bien o en mal, se expone a venganzas de los dioses.


 Es condenado todo lo que trastorna el orden del mundo metiendo el equilibrio universal en peligro y por eso debe ser sancionado para mantener el Universo inalterado.



Son estos los principios que animan la historia de la guerra de Troya y Esparta, donde mortales e inmortales se enfrentaron durante diez años.






 Helena 

Antonio Canova